martes, 14 de enero de 2014

Los años de peregrinación del chico sin color. Haruki Murakami





En ese momento, por fin lo captó todo. En lo más profundo de sí mismo, Tsukuru Tazaki lo comprendió: los corazones humanos no se unen tan solo mediante la armonía. Se unen, más bien, herida con herida. Dolor con dolor. Fragilidad con fragilidad. No existe silencio sin un grito desgarrador, no existe perdón sin que se derrame sangre,no existe aceptación sin pasar por un intenso sentimiento de pérdida. Esos son los cimientos de la verdadera armonía.


Empecemos con una obviedad: Murakami es Murakami. Con todo lo que ello implica. Cualquiera que haya leído al menos una obra suya entenderá lo que quiero decir. Para aquellos que aún no se han atrevido con él, diremos que Haruki Murakami es uno de los gigantes literarios de los inicios del siglo XXI. Japonés, pausado, literariamente elegante, amante del jazz y muy, muy inteligente, Murakami está hoy día en boca de toda aquella persona mínimamente interesada en el mundo literario. Es "ese del que todo el mundo habla". Pero cuidado. Pues Murakami no es una moda pasajera al estilo de algunos nórdicos que escriben novela negra inverosímil, del semiporno del látigo y las esposas o de crepúsculos vampíricos. No es un boom. Murakami es un grande con todas las letras.

He de reconocer que cada vez que voy a empezar con "un Murakami" lo hago con una ilusión y unas ganas especiales, lo cual hace que mi recepción hacia el libro esté condicionada y carezca de la poca objetividad que pueda quedar en un lector trabajado. Pero es que Murakami me encanta, y no puedo remediarlo. De hecho, no lo hago.

Argumentalmente, Los años de peregrinación del chico sin color cuenta la historia de Tsukuru Tazaki, más concretamente de los períodos oscuros de su vida, a los que el relato irá poco a poco arrojando claridad como un flexo guiado por la mano del narrador. Tsukuru es un personaje, valga la expresión, "muy Murakami". Varón solitario y reflexivo, que rezuma una melancolía casi tangible y que vivió ciertos hechos en su juventud que han marcado su relación con los demás, tal como vimos en Tokio Blues o  en Baila, Baila, Baila, las dos mejores obras del japonés en mi opinión.

Tsukuru se dedica a la construcción de estaciones de tren para una empresa en Tokio, vive solo en un pequeño apartamento y baraja la idea de suicidarse. Su vida se encuentra a la deriva: no se alimenta apenas, no duerme más de un rato cada noche y no se relaciona con gente. Todo por un hecho concreto que ocurrió en su pasado, cuando estaba en el instituto, en Nagoya. Allí, Tsukuru formó junto a otros cuatro adolescentes una pandilla de inseparables, un grupo de amigos cohesionado hasta el extremo. No hacían nada apenas por separado, y pensaban prácticamente los cinco como uno solo. Tres chicos, dos chicas. Todos ellos, con el nombre de un color en su apellido (en japones los colores se dicen con pequeñas sílabas), menos Tsukuru. Todos ellos, con una personalidad marcada y bien definida como las demás, menos Tsukuru. O eso al menos piensa él. Y un buen día, de repente, con la brusca suavidad con la que una afilada hoz siega un pequeño tallo de trigo, los cuatro dieron de lado a Tsukuru para no volverle a hablar nunca más. Sin explicaciones, sin motivos.

Y esto es lo que lleva a nuestro protagonista a la deriva. Casi a la locura. Solo que dieciséis años después, en la época en la que transcurre el relato, Tsukuru, el chico sin color, decidirá ir en busca de respuestas antes de precipitarse al abismo definitivo, y emprenderá un viaje que lo llevará a los más remotos rincones del alma humana. Ah, y a Finlandia.

En lo referente al estilo, Murakami nos ilustra con todo su repertorio. Una prosa adornada lo justo, con metáforas muy bellas y donde podemos encontrar una frase lapidaria, de esas que invitan a una reflexión serena, prácticamente en cada página. Murakami narra como nadie la vida cotidiana de sus protagonistas: sus almuerzos, sus cafés, la música que se ponen en la radio y hasta sus duchas o sus viajes al trabajo. Esto, que llevado a cabo de cualquier otro modo podría resultar cansino o prescindible, en Murakami es puro disfrute y una de sus grandes virtudes y marcas de estilo.

También hay que señalar que dos de los supuestos defectos que más se le echan en cara a Murakami no aparecen en esta novela: un exceso de surrealismo y un exagerado volumen de páginas para la magra historia que se cuenta. Con respecto al primero, para mí no es algo malo; al revés. He pasado grandes momentos con los pasajes surrealistas de Murakami (ese hombre carnero) y en lo referente a la extensión, sí es cierto que obras como 1Q84 pueden hacerse algo lentas en ciertos momentos. Nada que ver con  Los años de peregrinación, que es un auténtico paseo para el lector y que se despacha en un par de ratos, por lo que podría ser un buen candidato para aquellos que se quieran iniciar en Murakami.

A través de Tsukuru y su peregrinación, Murakami plantea numerosos temas esenciales, entre los que resultan especialmente interesantes los relativos al binomio individuo-colectividad, y a como pueden interferir y condicionarse mutuamente: ¿necesitamos de la realización social para obtener la realización individual? ¿tan determinante es la integración en la masa para conseguir la paz individual? son algunas de las cuestiones que el japonés infiere en el argumento de su novela y que invitan sin duda a la reflexión, recordando en este sentido al grandioso Elías Canetti.

A modo de conclusión, solo queda decir que la que hoy nos ocupa es una gran novela, que invito a leer tanto a  aquellos lectores que quieran empezar con Murakami como a aquellos que ya han leído algunas de sus obras. Es un libro ligero, que se lee rápido y con un alto nivel de adicción. Magistral, como siempre.

Hoy, pregunta obligada... ¿Qué libro (o libros) no habéis podido soltar hasta haberlo terminado?

Besos y abrazos.








4 comentarios:

  1. Tiene muy buena pinta, me lo apunto!

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  2. Nicoleeeeeeeeeeeeeeeee por fin tengo tiempo de entrar en tu blog, porque cuando no estoy haciendo de mujer para todo, estoy leyendo o viendo pelis, vale al japonés no lo he leido pero me han entrado ganas gracias a ti, así que lo buscaré.
    En cuanto a tu pregunta de que libro no hemos podido soltar hasta acabarlo, yo tengo muchos, pero eso era en los tiempos en que me lo podía permitir, ahora y ya me entenderás con los años, o los sueltas o la familia se queda sin comida, así que se lee cuando se puede y ya es mucho.

    Hala que sigas escribiendo cosas, que lo haces muy bien eres un superhéroe de las letras, Lecturaman.

    Un besazo de tu no tía que te quiere mucho.

    La Gran Celia.

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    Respuestas
    1. Hola Gran Celia!! Qué alegría tenerte por aquí. Pues nada, ya te voy pasando las lecturas que te apetezcan y las vamos comentando. Un besazo y hasta el sábado!!!

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