El abuelo alentaba al muchacho a que se defendiera como hombre y como judío, y a que comprendiera que sus batallas nunca terminan y que, en la implacable escaramuza que es la vida, "cuando tienes que pagar el precio, lo pagas". La nariz rota de su abuelo siempre había sido para Bucky una prueba de que, aunque el mundo lo había intentado, no había podido aplastarlo.
Philip Roth es uno de los mejores escritores de los últimos cien años. Su nombre suena cada otoño para el Premio Nobel, y pese a no haberlo conseguido aún, ha ganado otros muchos galardones de renombre como el National Book Award, el Pulitzer o sin ir más lejos el Príncipe de Asturias de las letras. Pero las novelas de Roth no necesitan premios ni menciones. Basta con leerlas; y es que Roth sublima la literatura a un nivel artístico al alcance de muy pocas plumas.
Philip Roth es la voz literaria del pueblo judío estadounidense, una de las comunidades más arraigadas en la tierra de las opurtunidades. Y gracias a las novelas de Roth somos testigos de sus ritos,de las peculiaridades de sus relaciones sociales y de la actividad en sus guetos. En definitiva, Philip Roth es el gran cronista de la idiosinctasia judía norteamericana, donde la tradición y la modernidad occidental tejen un intrincado y complejo tapiz.
Argumentalmente, Némesis nos lleva a Newark, una ciudad del estado de Jersey, y más concretamente a Weequahic, el barrio judío. Es 1944, y la ciudad padece una de las mayores olas de calor de las últimas décadas. Nada extraordinario; avenidas vacías a horas centrales de la tarde, pulso ralentizado y niños en la calle mojándose las cabezas bajo las bocas de riego. Salvo que el tórrido mes de julio ha recibido un inesperado y cruel visitante: la poliomielitis.
Conocemos a Bucky Cantor, un atlético monitor de educación física frustrado por no estar en el frente asiático debido a un problema visual, que intenta sentirse útil siendo el mentor de doscientos muchachos judíos para los que organiza cada día en el centro de ocio numerosas actividades deportivas y partidos de softball. Bucky es una buena persona, con un sentido de la responsabilidad sobredimensionado debido a la prematura muerte de su madre (de parto), y al haber sido abandonado por su padre, un timador de medio pelo. Fue criado por sus abuelos, dos infatigables trabajadores, judíos modélicos que nunca le perdieron la cara a la dura realidad. Así, el fuerte y responsable Cantor será testigo de cómo la polio irá cebándose con sus muchachos, mortal y sigilosa como un lobo que en la noche arrasa un cálido establo.
Némesis tiene un punto opresivo para el lector, debido a la terrorífica mezcla del calor que agosta la ciudad con la enfermedad que paraliza los miembros de los jóvenes judíos, mientras los habitantes de las clases más pudientes de la cuidad han enviado a sus hijos a una diáspora hacia las montañas, a salvo del calor, el gran vehículo de transmisión. Vemos el tema de la impotencia ante lo desconocido: en 1944 faltaban unos años para el descubrimiento de la vacuna, y no se sabía cómo se extendía la polio. Así pues, asistimos a una caza de brujas en busca de la fuente de propagación que señala directamente al gueto judío y a los muchachos de Cantor. Un Cantor que comienza a mirar a Dios cada vez con mayor desconfianza, y que ve cómo sus sólidos principios morales, forjados a fuego en la sinagoga, se tambalean con cada muchacho paralizado o conectado a un pulmón de acero esperando la parálisis total de su diafragma.
En lo referente al estilo, Némesis es un deleite para la mente del lector. Roth muestra una escritura serena, verosímil, casi mágica, llevando la lectura a un punto tal que nuestra mente procesa imágenes, no palabras escritas. Son especialmente brillantes las exploraciones en la mente de Cantor y su lucha interna por creer en Dios, por aferrarse a sus principios y por hacer lo correcto, pues Marcia, su novia, le ofrecerá la opción de huir de la polio junto a ella.
En conclusión, Némesis es una gandiosa novela, muy válida para iniciarse en la obra de Roth. Es densa, dura, apelmazada, y sus algo más de doscientas páginas equivalen como a cuatrocientas de cualquier otra novela. Mi ejemplar ha terminado con decenas de pasajes subrayados, notas por todos sus márgenes y tapas, más subrayados en varios colores y bastantes expresiones copiadas aparte. Una maravilla.
Y vosotros, ¿habéis leído alguna novela de ambiente opresivo o agobiante?
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