martes, 24 de noviembre de 2015

Bestiario. Julio Cortázar




     Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o en la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación.
     También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes de que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.
     Fui a la cocina, calenté la patita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:
     -Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.
     Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.
     -¿Estás seguro?
     Asentí.


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Hacía tiempo que quería traer Bestiario a Pseudoficciones, pues la considero una obra fundamental y completamente indispensable para el establecimiento de ciertas bases de la literatura y de la ficción modernas. Bestiario es una obra impresionante, casi fundacional, donde Cortázar es capaz de dejarnos sin aliento, reflexionando durante días y releyendo una y otra vez cada uno de los ocho pequeños relatos que componen el volumen, especialmente como pequemos de lectores inocentes en exceso que esperan encontrar un libro de cuentos, sin más. Y es que los cuentos de Cortázar tienen trampa, y mucha.

Julio Cortázar no es un autor que requiera una presentación especialmente rebuscada. Fue uno de los grandes agitadores del literatura del siglo XX, cuyo legado va mucho más allá de lo literario, pese a que una de sus obras, por romper con ciertas convenciones de la novela hasta la fecha haya pasado a la historia como una excéntrica genialidad: Rayuela. Además, Cortázar forma parte de la exclusiva nómina de autores latinoamericanos que comenzaron a ver el mundo con otros ojos, en un fenómeno que fue conocido como el Boom hispanoamericano junto a García Márquez, Vargas Llosa, Carlos Fuentes y muchos otros nombres de peso. Por diferencias con el gobierno argentino, Cortázar pasó la mayor parte de su vida en Europa, especialmente en París, donde localizará numerosos de sus relatos a partir de los años sesenta.

Como decía, Bestiario es una obra impresionante donde, en apenas 140 páginas, Julio Cortázar hace que nuestra realidad se tambalee de un modo magistral, consiguiendo algo magnífico, único, como es reinventar el género de la literatura fantástica. Hasta la fecha, la literatura fantástica se definía como la opuesta a la literatura realista, es decir, aquella que pretende imitar a la realidad. Afirma Todorov que "lo fantástico es la vacilación, el temor experimentado por un ser que no conoce más que las leyes naturales, frente a un acontecimiento sobrenatural". Es una definición completamente plausible hasta la llegada de autores como Kafka y su Metamorfosis, que inaugurará una manera totalmente nueva de ver la fantasía que Julio Cortázar sublimará aquí en Bestiario. Y es que los personajes de Cortázar viven en un mundo completamente normal, como el tuyo y el mío, pero les ocurren cosas  sobrenaturales, cosas que desafían el orden lógico del mundo, y en lugar de sorprenderse, lo aceptan con total normalidad, lo que constituye una novedad que cambiará la ficción para siempre, y que asentará entre otras cosas los cimientos del celebrado "realismo mágico".

Para entendernos, los relatos de Cortázar en Bestiario funcionarían como un puente. El lector va caminando en una dirección, leyendo sobre lo sólido, sobre el mundo que conoce. Pero por debajo, y en sentido contrario, fluyen aguas que apenas se intuyen, se oyen como un eco, y que vienen a agregar el elemento sobrenatural al relato. Reseñemos rápidamente los cuentos:


  • Casa tomada es uno de los relatos más conocidos de la literatura universal, y uno de mis favoritos del volumen. Una pareja de hermanos vive con aparente armonía en una casa grande. Pero de pronto, y sin que ellos parezcan inmutarse, "algo" desconocido conquista una habitación de la casa, a la que ellos nunca más podrán entrar. Y ahí no se quedará la cosa, porque "lo desconocido" es insaciable. El relato me sugiere cierto paralelismo con las conquistas bélicas y las expulsiones que estas suelen acarrear hacia los que se convierten en refugiados y expulsados. Una maravilla
  • Carta a una señorita en París es un relato extraño. Un hombre está viviendo circunstancialmente en el apartamento parisino de una amiga, a la que le escribe una carta contándole su gran secreto, que está haciendo que el apartamento se vea cada vez más deteriorado: de vez en cuando, entre grandes angustias, vomita un conejito. Sí, sí, un conejito. De verdad. Y lo malo es que cada vez vomita más y más conejitos que no se atreve a matar.
  • Lejana ofrece tal sorpresa al final que poco revelaré del argumento. Es el relato más difícil de leer, y en él, una señorita de la alta sociedad, Alina Reyes, tiene visiones y sueños de una señorita que parece ser una especie de indigente que vive en Budapest. Las visiones la atormentan de tal modo que buscará la manera de ir a Hungría a reunirse con lo que parece ser su destino.
  • Ómnibus es una obra de arte llena de simbolismo. Una muchacha se monta en un autobús cuyo destino final es el cementerio. Por ello, no le extraña que todo el mundo lleve un ramo de flores. Pero poco a poco, a medida que se va montando gente, todos comienzan a mirar descaradamente a la protagonista, hasta el punto de ejercerle una presión desquiciante. Pero un muchacho sin ramo también sube al autobús y comienzan a apoyarse el uno al otro.
  • En Cefalea, vemos la aventura paranoica de unos criadores intensivos de mancuspias, un animal inventado por Cortázar para este relato, y que comenzarán a provocar molestias físicas en la pareja de cuidadores que no saben como detener. Para colmo, se encuentran aislados del mundo
  • Circe hace clara referencia a la hechicera que en La Odisea envenenaba a los viajeros con sus pócimas. Aquí vemos una reinvención del mito por parte de Cortázar, plasmado en la figura de Delia, una muchacha que llora la muerte (supuestamente casual) de sus dos últimos novios. El protagonista del relato, desoyendo los consejos de todos sus amigos, familiares y conocidos, comienza una relación amorosa con Delia, quien cocina ricos platos para él.
  • Las puertas del cielo nos introduce en el ambiente de los clubes y de la juerga bonaerense, donde el protagonista acompaña a su amigo Mauro, quien acaba de perder a su pareja, una joven retirada del mundo del espectáculo que acaba de morir de tuberculosis. El mundo de los vivos y el de los muertos se fusionarán en una noche de locura
  • Bestiario es el cuento que da título al libro, y constituye un cierre magistral de la obra. Isabel es una adolescente que va a veranear a la casa de campo de los Funes, una hacienda grande y agradable. Mientras vamos siendo testigos de las tensiones familiares, hay un elemento que va condicionando la vida de la familia: un tigre anda suelto por la casa, y los trabajadores de la hacienda miran cada día en qué habitación está el tigre para que la familia no la ocupe.

Como vemos, son relatos peculiares, complejos hasta donde nosotros queramos complicarlos a base de encontrar símbolos e interpretaciones, pero que sin duda pienso que todo amante de la ficción debería leer como mínimo una vez, aunque donde se les saca especial jugo es en las relecturas. Bestiario es la obra imprescindible para comprender como funciona el mundo mágico ideado por Cortázar, una semilla que ha dado lugar a numerosos bosques de ficciones. Lo dicho, hay que leerla.

Y vosotros, ¿qué libro de relatos breves recomendáis? 

¡Besos y abrazos!



Julio Cortázar

lunes, 2 de noviembre de 2015

Pan. Knut Hamsun




Desde mi cabaña podía contemplar un sinfín de islas, islotes y arrecifes, una franja de mar, y alguna que otra cumbre de lejanas montañas. Detrás de la cabaña se extendía el bosque, un bosque enorme, cuyo aroma a raíces y hojas me llenaba de alegría y gratitud, y su graso tufo a pino recuerda al olor de la médula. Cuando me adentraba en él, descendía sobre mí el silencio, y mi alma rebosaba de equilibrio y poder. Día tras día paseaba por las colinas con Esopo a mi lado, sin otro deseo que el de poder seguir haciéndolo, aunque medio campo estaba todavía cubierto de nieve y barro blando. 

A menudo, por las noches, cuando volvía a casa tras la caza, me recorría de arriba a abajo una cálida sensación de hogar que incluso me provocaba dulces sacudidas. Y mientras me movía por la cabaña, hablaba con Esopo de lo bien que estábamos. Bueno, bueno, decía, ahora vamos a encender fuego y a freír un pájaro en el hogar, ¿qué te parece? Y cuando habíamos terminado, cuando habíamos comido los dos, Esopo ocupaba su sitio detrás del hogar, mientras yo encendía mi pipa y me tumbaba un rato en el catre a escuchar el murmullo muerto del bosque. El aire soplaba levemente, el viento bajaba hacia la cabaña, y se oía con toda claridad el tiritar del urogallo. Por lo demás, todo era silencio

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Knut Hamsun es uno de los nombres más relevantes de la literatura europea de finales del siglo XIX y de comienzos del XX. Su influencia es patente en generaciones posteriores, y por ello fue galardonado en 1920 con el Premio Nobel de literatura. Es por lo tanto uno de los escritores noruegos más afamados, perteneciente a una generación de autores escandinavos de notable relevancia, donde destacaría la alianza Hamsun-Ibsen. No obstante, sus ideas políticas afines al nacionalsocialismo alemán cuando estalló la Segunda Guerra Mundial han enturbiado bastante la visión de la figura de Hamsun.

Pan toma su título del dios griego de la caza y de la naturaleza salvaje, una deidad sumamente interesante y que era representado como un fauno o un sátiro, imagen que posteriormente se recicló para representar al demonio en la iconografía cristiana. Pan se describe como un espíritu rebelde, capaz de controlar la brisa del amanecer, el movimiento del ganado y el ritmo de crecimiento de las cosechas. Además, bebía grandes cantidades de vino, dormía enormes siestas y poseía un enorme apetito sexual que lo llevaba a cortejar cuantas ninfas, señoras o muchachos se pusiesen a su alcance.

Así, la novela es un canto de impresionante lirismo al dios Pan, deidad a la que vive entregado el teniente Glahn, el protagonista absoluto de la novela, un hombre extraño y desconcertante. Antes de meternos en el argumento en sí, es conveniente resaltar la belleza que transmite la novela. Hamsun es un maestro de la descripción, y aquí la utiliza de manera impresionante para deleitarnos con los abrumadores bosques noruegos, vastos, llenos de vida salvaje, en un ejercicio de impresionismo literario digno de ser leído. Tenemos pues una novela que se situaría entre un romanticismo tardío y en la antesala del existencialismo que vendría después, donde percibimos claras influencias mutuas con la visión del mundo que Thoreau plasmará en su Walden. Muy interesante, sin duda.

Como decía, la obra gira en torno al teniente Glahn, un hombre de cuyo pasado no sabemos absolutamente nada. Glahn vive junto a su fiel perro Esopo en una cabaña de un bosque noruego, se alimenta de los animales que caza y de los peces que captura, y vive en un permanente estado de embriaguez a causa de la majestuosa naturaleza que le rodea, con la que casi puede alcanzar a fundir su alma. Vemos en Glahn una visión panteísta del mundo y de la existencia que resulta muy atractiva.

Pero de buenas a primeras, el mundo perfecto de Glahn se verá quebrado al cruzarse ante él algo inesperado que lo sacará de su zona de confort y lo hará deslizarse por terrenos desconocidos: el amor. Glahn es socialmente inepto, y además, es una persona de una hipersensibilidad exagerada. Una mala mirada le tendrá una noche sin dormir pensando en ello, mientras que una sonrisa al despedirse hará que cante y salte de alegría. Así, su historia de amor con la bella Edvuarda, la hija de un cacique local, perturbará el idilio de Glahn con el bosque noruego para sumirle en un mundo complejo que lo llevará a descubrir la decepción amorosa y a conocer rincones de su alma que como lectores nos resultarán más que inquietantes.

En definitiva, Pan es una novela muy curiosa y bella, aunque algo desconcertante. Aún así, tras su lectura, es fácil concluir que hemos realizado un fantástico ejercicio de arqueología literaria, y que hemos tenido entre las manos una de esas obras que han hecho que la literatura dé un pasito hacia adelante en su eterno caminar junto al ser humano.

Y vosotros, ¿en qué obra habéis disfrutado más del entorno natural?

¡Besos y abrazos!

Knut Hamsun