miércoles, 10 de septiembre de 2014

Asesinos sin rostro. Henning Mankell







La grava helada crujía bajo las ruedas. Kurt Wallander conducía detrás del coche patrulla. Pasaron la salida de Trunnerup y subieron las cuestas empinadas que llevaban a Lenarp. Se metieron por un estrecho camino rural, no más ancho que un tractor, por el que recorrieron un kilómetro. Dos granjas, una al lado de la otra, dos edificios alargados pintados de blanco y con jardines muy cuidados.
Un hombre mayor se acercó apresuradamente. Kurt Wallander vio que cojeaba, como si le doliera una rodilla.
Al salir del coche se dio cuenta de que se había levantado el viento. Puede que nevase, después de todo.
En cuanto vio al hombre supo que algo verdaderamente desagradable le esperaba. En aquellos ojos había un brillo de espanto que no podía ser fingido.
—Forcé la puerta —decía con tono febril una y otra vez—. Forcé la puerta porque tenía que verlo. Ella está a punto de morir, ella también.



Henning Mankell se ha convertido por méritos propios en el referente contemporáneo de la novela negra. En realidad, Mankell es un excelente dramaturgo, que consiguió sus primeros éxitos escribiendo obras de teatro de una calidad más que notable. Pero el sueco consiguió el reconocimiento mundial fuera del patio de butacas gracias a la serie de once novelas protagonizadas por el inspector de la policía de Ystad, Kurt Wallander. Hoy llega a Pseudoficciones la primera de la serie. El inicio del fenómeno Wallander: Asesinos sin rostro

La serie Wallander está de enhorabuena, pues está siendo reeditada por Tusquets en dos formatos: rústica y bolsillo. Personalmente me he decantado por la reedición de bolsillo; precio muy asequible y me encanta el detalle de poner una gran letra mayúscula en el lomo de cada volumen, de tal manera que al juntarlos en la librería todos los libros forman la palabra "Wallander". La serie está compuesta de las siguientes obras. Esperamos que todas puedan llegar a Pseudoficciones a corto plazo:

  1. Asesinos sin rostro (Mördare utan ansikte, 1991)
  2. Los perros de Riga (Hundarna i Riga, 1992)
  3. La leona blanca (Den vita lejoninnan, 1993)
  4. El hombre sonriente (Mannen som log, 1994)
  5. La falsa pista (Villospår, 1995)
  6. La quinta mujer (Den femte kvinnan, 1996)
  7. Pisando los talones (Steget efter, 1997)
  8. Cortafuegos (Brandvägg, 1998)
  9. La pirámide (Pyramiden, 1999; cuentos)
  10. El hombre inquieto (Den orolige mannen, 2009)
  11. Huesos en el jardín (Handen, 2013)


Hace poco comenté en el Blog La princesa de hielo, la primera obra de la serie ´Fjälbacka´de Camilla Lackberg, la escritora sueca que más éxito y difusión ha conseguido dentro del marco de la nueva novela negra europea. Afortunadamente leí a Camilla en primer lugar y su obra me pareció entretenida, decente. Hoy obviamente me lo sigue pareciendo, pero creo que meter a Lackberg y a Mankell en el mismo saco es cuanto menos osado, pues la literatura de Camilla palidece de inmediato ante la comparación con su compatriota Mankell. Juegan en ligas diferentes. Algo que se nota ya desde los primeros compases de Asesinos sin rostro. Una vez dicho esto abandonemos la comparación y centrémonos en la obra que tenemos entre manos.

El caso que plantea Mankell en esta novela se inicia una fría madrugada en Escania, la región más austral de Suecia. Dos granjas aisladas. Dos familias de ancianos vecinas de toda la vida y disfrutando de sus últimos años dejando que el tiempo se deslice entre vastos parajes naturales. Nyström, propietario de una de las dos granjas, percibe algo extraño en el siencio de la noche y decide asomarse a la casa de los Lövgren. Lo que encuentra allí lo dejará conmocionado para el resto de sus días. Toda la habitación de matrimonio está impregnada de sangre. Las cortinas, las lámparas, los muebles y la cama. En el suelo yacen Yohannes y Maria, sus apacibles vecinos, brutalmente torturados hasta la extenuación. Ambos parecen muertos, pero el viejo granjero se obliga a reaccionar al darse cuenta de que la boca de la mujer rezuma un hilo de aliento.

A partir de aquí se inicia una apasionante investigación en la que nada es lo que parece, como en cualquier buena novela negra que se precie. Hay que tener en cuanta que estamos en el año 1991, y que la policía no posee los adelantos de hoy día, por lo que asistiremos a una investigación completamente tradicional. Con más cuaderno que ordenador.

El caso recae sobre Kurt Wallander, inspector de la policía de Ystad, el pueblo más cercano a las granjas donde se ha cometido el crimen. Wallander de inmediato conquista al lector. Es un personaje magnífico, sublime, al que el caso sorprende en uno de los peores momentos de su vida. Además de haber sido abandonado recientemente por su mujer, algo que aún no ha superado, su hija Linda lo ha condenado al ostracismo sin motivo aparente; su padre, que se ha ganado la vida pintando y vendiendo siempre el mismo cuadro, está a las puertas de lo que parece ser una enfermedad senil, su coche arranca a duras penas y para colmo, bebe cada vez más, come de cualquier manera y está ganando peso a un ritmo alarmante.

Como vemos, el asesinato se ha producido en las peores circunstancias posibles para el bueno de Wallander. Pero la cosa irá más allá. Suecia vive en ese momento un clima de crispación por la creciente inmigración de paises del este y de oriente medio, lo que está generando tensiones entre los numerosos campos de refugiados que se están creando cerca de las fronteras y ciertos sectores conservadores de la sociedad sueca. En este contexto, Wallander sufrirá una importante complicación cuando Maria Lövgren, la mujer torturada y de la que todo el país está pendiente, pronuncie una sola palabra antes de morir: "extranjero".

Y aquí dejamos la trama para no revelar más, puesto que es la esencia de la novela negra.

Poco más queda por añadir. Que Mankell ha hecho un trabajo magnífico. Wallander es un personaje completamente real, eterno, que incita a seguir conociendo su historia personal en los siguientes volúmenes y que transcurre paralela a la investigación generando tanto interés como ésta. Cuando escribo esta reseña ya he leído las tres primeras novelas de la serie Wallander, y considero un acierto espléndido de Mankell incluir en cada una de ellas un trasfondo social, político o racial en el que se enmarca el crimen en cuestión. Eso lleva la literatura de Mankell de una simple novela de misterio a un testimonio de los problemas de su época. Como hemos dicho, Asesinos sin rostro nos ilustra acerca de las tensiones y los conflictos que emanan de la creciente inmigración hacia los países nórdicos. Sin duda, interesantísima novela, absolutamente recomendable para cualquier perfil de lector.

Y a vosotros, ¿qué novela os ha dado a conocer un problema social o político que os haya sorprendido?

¡Besos y abrazos!




Henning Mankell