lunes, 2 de noviembre de 2015

Pan. Knut Hamsun




Desde mi cabaña podía contemplar un sinfín de islas, islotes y arrecifes, una franja de mar, y alguna que otra cumbre de lejanas montañas. Detrás de la cabaña se extendía el bosque, un bosque enorme, cuyo aroma a raíces y hojas me llenaba de alegría y gratitud, y su graso tufo a pino recuerda al olor de la médula. Cuando me adentraba en él, descendía sobre mí el silencio, y mi alma rebosaba de equilibrio y poder. Día tras día paseaba por las colinas con Esopo a mi lado, sin otro deseo que el de poder seguir haciéndolo, aunque medio campo estaba todavía cubierto de nieve y barro blando. 

A menudo, por las noches, cuando volvía a casa tras la caza, me recorría de arriba a abajo una cálida sensación de hogar que incluso me provocaba dulces sacudidas. Y mientras me movía por la cabaña, hablaba con Esopo de lo bien que estábamos. Bueno, bueno, decía, ahora vamos a encender fuego y a freír un pájaro en el hogar, ¿qué te parece? Y cuando habíamos terminado, cuando habíamos comido los dos, Esopo ocupaba su sitio detrás del hogar, mientras yo encendía mi pipa y me tumbaba un rato en el catre a escuchar el murmullo muerto del bosque. El aire soplaba levemente, el viento bajaba hacia la cabaña, y se oía con toda claridad el tiritar del urogallo. Por lo demás, todo era silencio

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Knut Hamsun es uno de los nombres más relevantes de la literatura europea de finales del siglo XIX y de comienzos del XX. Su influencia es patente en generaciones posteriores, y por ello fue galardonado en 1920 con el Premio Nobel de literatura. Es por lo tanto uno de los escritores noruegos más afamados, perteneciente a una generación de autores escandinavos de notable relevancia, donde destacaría la alianza Hamsun-Ibsen. No obstante, sus ideas políticas afines al nacionalsocialismo alemán cuando estalló la Segunda Guerra Mundial han enturbiado bastante la visión de la figura de Hamsun.

Pan toma su título del dios griego de la caza y de la naturaleza salvaje, una deidad sumamente interesante y que era representado como un fauno o un sátiro, imagen que posteriormente se recicló para representar al demonio en la iconografía cristiana. Pan se describe como un espíritu rebelde, capaz de controlar la brisa del amanecer, el movimiento del ganado y el ritmo de crecimiento de las cosechas. Además, bebía grandes cantidades de vino, dormía enormes siestas y poseía un enorme apetito sexual que lo llevaba a cortejar cuantas ninfas, señoras o muchachos se pusiesen a su alcance.

Así, la novela es un canto de impresionante lirismo al dios Pan, deidad a la que vive entregado el teniente Glahn, el protagonista absoluto de la novela, un hombre extraño y desconcertante. Antes de meternos en el argumento en sí, es conveniente resaltar la belleza que transmite la novela. Hamsun es un maestro de la descripción, y aquí la utiliza de manera impresionante para deleitarnos con los abrumadores bosques noruegos, vastos, llenos de vida salvaje, en un ejercicio de impresionismo literario digno de ser leído. Tenemos pues una novela que se situaría entre un romanticismo tardío y en la antesala del existencialismo que vendría después, donde percibimos claras influencias mutuas con la visión del mundo que Thoreau plasmará en su Walden. Muy interesante, sin duda.

Como decía, la obra gira en torno al teniente Glahn, un hombre de cuyo pasado no sabemos absolutamente nada. Glahn vive junto a su fiel perro Esopo en una cabaña de un bosque noruego, se alimenta de los animales que caza y de los peces que captura, y vive en un permanente estado de embriaguez a causa de la majestuosa naturaleza que le rodea, con la que casi puede alcanzar a fundir su alma. Vemos en Glahn una visión panteísta del mundo y de la existencia que resulta muy atractiva.

Pero de buenas a primeras, el mundo perfecto de Glahn se verá quebrado al cruzarse ante él algo inesperado que lo sacará de su zona de confort y lo hará deslizarse por terrenos desconocidos: el amor. Glahn es socialmente inepto, y además, es una persona de una hipersensibilidad exagerada. Una mala mirada le tendrá una noche sin dormir pensando en ello, mientras que una sonrisa al despedirse hará que cante y salte de alegría. Así, su historia de amor con la bella Edvuarda, la hija de un cacique local, perturbará el idilio de Glahn con el bosque noruego para sumirle en un mundo complejo que lo llevará a descubrir la decepción amorosa y a conocer rincones de su alma que como lectores nos resultarán más que inquietantes.

En definitiva, Pan es una novela muy curiosa y bella, aunque algo desconcertante. Aún así, tras su lectura, es fácil concluir que hemos realizado un fantástico ejercicio de arqueología literaria, y que hemos tenido entre las manos una de esas obras que han hecho que la literatura dé un pasito hacia adelante en su eterno caminar junto al ser humano.

Y vosotros, ¿en qué obra habéis disfrutado más del entorno natural?

¡Besos y abrazos!

Knut Hamsun

4 comentarios:

  1. Jean-Marie Le Clézio, otro Nóbel nos describe el desierto con gran maestría.
    Silvia (arrimando el ascua a mi sardina)

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  2. Gracias por pasarte, Silvia. ¡Tomo nota!

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  3. Los habitantes del bosque de Thomas Hardly, en la que las preciosas descripciones del bosque y su vida no esconden el entramado de vivencias de los que lo habitan. Un beso Nico.

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