jueves, 23 de junio de 2016

Departamento de especulaciones. Jenny Offill





Si existe un hogar es para meter a cierta gente dentro y dejar fuera a toda la demás. Un hogar tiene un perímetro. Pero a veces los vecinos, las scouts o los testigos de Jehová violaban nuestro perímetro de seguridad. Nunca me gustaba oír el timbre de la puerta. Las personas que me gustaban nunca se presentaban así.

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Mi amor por la niña parecía condenado, irremisiblemente no correspondido. Debería haber canciones que hablasen de esto, pensaba yo, pero si las había, no las conocía

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Las Mujeres del Yoga siempre viajan en pareja, con la esterilla bajo el brazo y el pelo según muy corto según la última moda que se ha extendido entre las madres. Pero ¿qué pasaría si alguien les diera un puñetazo en el bajo vientre y les robara la esterilla?¿Cuánto tiempo tendría que pasar hasta que se vinieran abajo?

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Pero mi agente tiene una teoría. Dice que todos los matrimonios son una chapuza. Incluso los que desde fuera parecen razonables, por dentro se mantienen en pie con chicle, cuerda y alambre.


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Es importante, si alguien te pregunta cuál ha sido tu momento más feliz, que reflexiones no solo sobre la pregunta, sino también sobre quién te la ha hecho. Si te la hace alguien a quien quieres, es justo inferir que esa persona confía en aparecer en la evocación que ella misma ha propiciado. Pero si fueses injusta y además tuvieras un corazón perverso, podría ser que olvidaras ese hecho tan elemental y entrañable y te refirieras, en cambio, a un momento en que vivías sola en el campo y nadie necesitaba nada de ti, no siquiera amor. Y entonces podrías decir que ese fue tu momento más feliz. Pero si lo hicieras, hablar del momento más feliz haría infeliz a la persona a la que siempre quieres ver feliz.


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¿Más alta?
¿Más delgada?
¿Más tranquila?
Más fácil, dice él.

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Conocí Departamento de especulaciones gracias a esas listas tan típicas que se elaboran a finales o principios de año. Las diez mejores películas, novelas, y cosas así. Salvo un par de autores que sí compro de manera litúrgica, a los que hay que sumarles las malvadas tentaciones de la librería, no soy mucho de comprar ni leer novedades: hay mucho detrás esperando como para atender a lo rabiosamente reciente. Pero me resultó curioso que la mayoría de esas listas de "los mejores libros de 2015", y en especial las realizadas por gente que considero de buen criterio, incluyeran este libro. Si a esa curiosidad que despertó en mí le sumamos que la editorial que la publica es Libros del asteroide, cuyo gusto editorial es excelente e incuestionable, el resultado ha sido que Departamento de especulaciones se vino conmigo en la última visita a la librería. Veinticuatro horas después, ya estaba finiquitada. Y como ya he dicho, no suelo comprar novedades, así que no conozco con detalle el panorama editorial de 2015. Pero comprendo que para mucha gente de buen gusto esta novela sea de lo mejorcito, porque resulta que es magnífica.



Jenny Ofill no es una autora muy conocida en nuestro país; de hecho, apenas es posible encontrar información sobre ella en español. Alguna entrevista aislada con motivo del lanzamiento de este libro y poco más. Jenny obtuvo éxito moderado con su primera novela, Last things, no traducida al español. Pasó doce años dando clase y centrada en su familia hasta que subió al podio de las listas americanas (y españolas) con Departamento de especulaciones, donde de manera brillante nos plasma los miedos de lo que fue su vida durante esos doce años: comenzar a envejecer, estancarse en el trabajo, en la escritura, la ansiedad de tener hijos y los tremendos cambios que estos traen consigo y sobre todo, y de manera magistral, las complejidades del matrimonio estable. Podría argumentarse que el desasosiego fruto del matrimonio convencional es un tema manido y de donde ya poco puede sacarse hoy día, pero creanme, la visión de Offill y su insólita manera de contarla, su enfoque de las complejidades de la vida en pareja y la maternidad en el mundo moderno es de una exactitud abrumadora, de una sinceridad pasmosa y merece muchísimo la pena sentarse un rato con ella. Porque eso es lo que haremos, acompañarla en su paseo por sus propias dudas, sus éxitos y sus fracasos de una manera casi íntima.


Y por otro lado, qué duro se me ha hecho terminar este libro. No porque me haya resultado largo o pesado. Todo lo contrario: no me hago a la idea de dejar a la narradora ahí sola, encerrada entre las páginas y no volver a saber de su vida. Y eso es algo bueno, evidentemente, pero también es triste. O a mí me lo parece. Me encantaría poder seguir escuchando sus pequeñas historias del día a día, reconfortándola y diciéndole que no está sola. Pero lo está, y mucho. Porque lo que Offill nos cuenta en esta magnífica obra es la complejidad del mundo moderno para las relaciones en general y para el matrimonio en particular. Para detener nuestras vidas y simplemente pensar. Las dificultades para ser feliz en un mundo frenético y de paso lo difícil que es eliminar las chinches de un apartamento. Y de que te sean infiel. También las dificultades de que te sean infiel.


Pero lo peculiar, lo que define a Departamento de especulaciones es la manera en la que está escrita. A trozos. A pedacitos inconexos entre sí que parecen una sucesión de estados de Facebook. La elección de esta prosa fragmentada terriblemente posmoderna, lejos de resultar complicada, aburrida o difícil de seguir, es perfecta: nada puede transmitir mejor la vida de una mujer moderna atrapada en un mundo frenético cuyo tiempo se reduce a unos minutos al día para escribir unas líneas. Son por lo tanto una colección de pensamientos sobre su vida en general, con fragmentos de una profundidad memorable y con trivialidades absurdas que brotan de lo cotidiano y que nos ayudan a comprender perfectamente la manera de pensar de la narradora hasta el punto de conocerla perfectamente cuando terminamos el libro. Pero quizás, y aquí está a mi juicio una de las grandes virtudes del libro, lo más interesante no es lo que se nos cuenta, sino aquello que se calla; los huecos que no aparecen entre esos pedacitos de su confusa existencia.


La prosa de Offill -aviso- al principio puede confundir un poco. Pero a las cuatro páginas estás atrapado, y lo mejor es que tengas tiempo por delante porque es imposible parar de leer. Veremos a la narradora conocer a un chico, conseguir un trabajo, casarse, tener una hija, temblar de miedo por no saber cómo cuidarla, llorar, reír, enfrentarse a la infidelidad conyugal, frustrarse, trabajar para un loco del espacio... en fin. El enorme rango vital de una persona interesantísima por su visión de las cosas y que nos ayudará muchísimo a reflexionar en torno al mundo que nos rodea, a lo enrevesada que es la sociedad contemporánea y a darnos cuenta de que nuestros miedos más íntimos no son solo nuestros.


Por lo tanto, os recomiendo muchísimo visitar este Departamento de especulaciones. Un libro excepcional que os moverá sin duda a pensar sobre muchos aspectos de vuestra vida o de cómo afrontaríais (o habéis afrontado) otros. Todo ello de la mano de una mujer tremendamente real a la que solamente le falta tener nombre.


¡Besos y abrazos!

Jenny Offill

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