lunes, 18 de abril de 2016

Al sur de la frontera, al oeste del sol. Haruki Murakami



     Cuando la conocí, yo tenía diecisiete años y cursaba tercero de bachillerato, ella tenía veinte y estaba en segundo de universidad. Era, además, prima de Izumi. Por lo pronto, tenía novio. Claro que todo eso no fue ningún obstáculo. Aunque hubiera tenido cuarenta y dos años, tres hijos y dos colas a la espalda, no me hubiera importado. Su magnetismo era demasiado fuerte. Tenía muy claro que no podía dejarla pasar de largo. Seguro que me habría arrepentido toda la vida.
     Así que la persona con quien tuve relaciones sexuales por primera vez era prima de mi novia.


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Después de leer Los detectives salvajes, sabía que necesitaba continuar con algo realmente bueno que no supusiese un bajón demasiado abrupto. Por ello me decidí por Murakami, un autor que nunca me ha fallado hasta la fecha. Y que continúa sin hacerlo, afortunadamente. 

Le den o no el dichoso Nobel, Murakami es un escritor puntero con la extraordinaria capacidad de alumbrar numerosos aspectos que nos revelan la clave de lo contemporáneo. En la novela que abordamos hoy, Al sur de la frontera, al oeste del sol (título que de primeras suena raro, y que una vez terminado el libro resulta perfecto), Murakami aborda temas muy interesantes integrados en una historia de búsqueda personal. Pero sobre todo, el japonés desarrolla una línea temática fascinante que recorre todo el relato: la imposibilidad del hombre moderno, urbano y tecnológico, para encontrar su propia identidad e identificar su esencia, aquello que lo hace único y lo pone en un lugar concreto del universo. Una especie de crónica de la soledad en un mundo masificado y comunicado a la perfección.

La historia carece de ese surrealismo tan fantástico al que Murakami nos tiene acostumbrados, si bien hay un juego que me encanta, como es la imposibilidad de su protagonista -y del lector, por supuesto- para distinguir lo que es real de lo que no. La novedad de esta novela comparándola con las otras que he leído suyas, es que los sucesos irreales que en ella ocurren se integran en el mundo de lo posible, no alteran el flujo normal de la realidad, lo cual ha hecho que me guste aún más la manera de plasmar ese sello tan suyo, ese cuestionarse siempre la veracidad de lo que vivimos y sentimos.


Al sur de la frontera, al oeste del sol, nos cuenta la historia de Hajime, cuya infancia estuvo condicionada por ser hijo único, algo que le hizo sentirse socialmente diferente hasta que conoció a Shimamoto, otra hija única, marcada por su prominente cojera. Con la bella Shimamoto compartió una preadolescencia agradable y tranquila, escuchando música y leyendo buenos libros. Un roce de sus manos de apenas diez segundos les hizo descubrir a ambos que existen dos realidades, dos mundos. Lo posible y lo imposible. Y que siempre van a existir; siempre habrá aspectos que nos serán negados en esta vida. Lo complicado es saber dónde está la frontera, porque no hay ninguna línea que nos la indique en un mapa.

Tras separarse en la adolescencia, Hajime experimenta intensamente el despertar sexual dejando alguna víctima por el camino, estudia en la universidad de Tokio y consigue un trabajo en una editorial. Tras casarse con la dulce Yukiko, Hajime se convierte en el propietario de un par de clubes de jazz con los que consigue un enorme éxito empresarial y económico. Todo va bien, excepcionalmente bien. Hasta que Hajime se da cuenta de que su perfecta vida social no le satisface, no llena su existencia: es como si viviese una vida ajena. Pero la vida a veces da segundas oportunidades, y Hajime tendrá la ocasión de visitar los reinos de lo imposible con la llegada a uno de sus clubes, en una noche de lluvia densa y brumas, de una misteriosa mujer coja. 

Y así, llegarán los ajustes de cuentas con el pasado. Una sombra que pulula por encima de todos nosotros y que normalmente somos incapaces de dispersar.

Como vemos, una historia "muy Murakami", donde el lector se siente cómodo gracias a su prosa liviana y suave, de textura blanda, donde la historia se desliza agradablemente entre sus páginas. Leer a Murakami es un verdadero placer: ese tono tan suyo que fácilmente identificaremos si ya hemos leído alguna obra suya es un goce para los sentidos y para la mente. También lo son las continuas referencias al jazz, a la cultura pop y al cine, que hacen de Murakami un escritor asiático muy occidentalizado que personifica una singular y excelente mezcla de registros.

Lo dicho: si aún no conocéis a Murakami, creo que sería la obra perfecta para empezar.

¡Besos y abrazos!


2 comentarios:

  1. Con tal sólo leer el breve texto extraído del libro, ya me ha llamado la historia, pero, con tu exposición me has enganchado. Este no me lo pierdo! A estrenarme con Murakami.

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  2. Con tal sólo leer el breve texto extraído del libro, ya me ha llamado la historia, pero, con tu exposición me has enganchado. Este no me lo pierdo! A estrenarme con Murakami.

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