lunes, 25 de abril de 2016

84, Charing Cross Road. Helene Hanff




14  East 95th St.
New York City

3 marzo 1952

[...]Y ahora escuche. Le adjunto un billete de 5 dólares. Estas "Vidas" hacen que me sienta muy descontenta del ejemplar del "Angler" que adquirí antes de conocerles a ustedes. Es una de esas repelentes ediciones americanas de "Clásicos para todos". Izaak la aborrece y me dice que no va a soportar estar ASÍ hasta el fin de mi vida; o sea que los 2,5 dólares sobrantes son para que me envíe, por favor, una bonita edición inglesa del "Angler".
     Y ándese con tiento: si me renuevan el contrato de Ellery, pienso presentarme ahí el año que viene. Treparé por esa escalera de biblioteca victoriana que tienen y me dedicaré a levantar el polvo de los estantes de más arriba... y el decoro de todos ustedes ¿No les había dicho que me dedico a escribir guiones de crímenes para la serie de Ellery Queen en televisión? Todos ellos tienen como telón de fondo un marco artístico -el ballet, un auditorio de conciertos, la ópera...- y muchos de mis sospechosos y cadáveres son personas cultas. Tal vez me decida a escribir en su honor otro que se desarrolle en el marco del negocio de libros raros. ¿Qué prefiere usted ser, el asesino o el cadáver?

HH

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Llevaba un tiempo detrás de leer 84, Charing Cross Road, una obra de la que solamente había escuchado maravillas, y en cuanto vi que Anagrama había decidido incluirla en su nueva serie de ediciones limitadas  supe que había llegado el momento. La edición, desde luego, es preciosa y llama la atención inmediatamente con todos esos sellos de colores. Veamos el contenido, que desde luego, no la desmerece.

Detrás de Helene Hanff hay una historia curiosa. Fue una escritora norteamericana autodidacta sin ningún tipo de estudios que se empecinó en escribir obras de teatro, por lo visto de calidad suficiente como para ser representadas pero que sistemáticamente rechazadas - algunas de ellas por auténticas nimiedades- una tras otra, hasta el punto de finalmente ninguna fue puesta en escena; donde sí fueron todas juntas, fue, en palabras de Helene, "directas al incinerador". Sea como fuera, Hanff vio que el teatro no iba a pagar sus facturas, y antes de entrar en la más absoluta de las ruinas, se coló en el pujante mundo de la televisión, donde escribía guiones para episodios en directo de diversos programas. No obstante, cuando el mundo del espectáculo recogió sus bártulos para poner desde Nueva York rumbo a Hollywood, Helene decidió no seguir su rastro y dedicarse a terminar su vida como escritora, de donde resultan una modesta cantidad de obras de éxito discreto. Excepto la que nos ocupa, pues 84, Charing Cross Road llevó a Helenne Hanf a la primera plana del ambiente cultural de los 70 gracias a su arrolladoras cifras de ventas, así como sus exitosas adaptaciones al teatro y al cine.

84, Charing Cross Road es un libro de cartas completamente reales. Veinte años de cartas con un desconocido que Helene Hanff guardó casi sin querer. No son cartas entre amantes. Ni cartas entre amigos siquiera. Son cartas entre cliente y librero de pura cepa que desembocaron en una amistad tierna y conmovedora separada por el Océano Atlántico. Todo nace en 1949: Helene Hanff descubre en una biblioteca de Nueva York su pasión por la literatura inglesa, que unida a su fervor por los libros bien editados hace que su material de lectura sea difícil de encontrar en los Estados Unidos. Así, y gracias a un anuncio, enviará una carta a una librería de Londres, Marks & Co., con el objetivo de sondear sus existencias y hacer un primer intento de pedido.

Para Hanff la sorpresa será mayúscula al saber el ridículo precio de los libros en una Inglaterra deprimida por la posguerra, por lo que se iniciará una fluida correspondencia entre Hannf y Frank Doel, uno de los seis vendedores de la librería. Tras unas primeras cartas cordiales y de temática exclusivamente literaria, comenzaremos a degustar el exquisito choque del humor socarrón y sarcástico de Hanff con la flema y templanza británica del librero. Pero el punto culminante en la historia llegará cuando la estadounidense sepa a través de una amiga que suele viajar a Gran Bretaña acerca de la escasez de alimentos que el racionamiento está provocando en Inglaterra, lo que la llevará a enviar a los libreros y a sus familias cargamentos de comida con el poco dinero que consigue reunir, además de medias para las mujeres y otros útiles difíciles de conseguir en las islas. Y gracias a estos gestos de Helenne, serán diversos los interlocutores agradecidos que se sumarán a la correspondencia: desde otros empleados de la librería hasta sus mujeres, pasando por vecinas y conocidos, en una especie de mosaico curiosísimo de relaciones a distancia cargadas de ternura, humor y agradecimiento. Y por supuesto, de buena literatura.

En definitiva, estamos ante una obra que al finalizar su lectura solamente viene una palabra a la mente: deliciosa. Una auténtica joya: breve, divertida y cuyo recuerdo pondrá de manera inevitable una sonrisa en nuestro rostro. ¿Se puede pedir más?


Helene Hanff

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