lunes, 2 de mayo de 2016

La música del azar. Paul Auster



Yo he trabajado con números  toda mi vida, claro está, y al cabo de algún tiempo empiezas a pensar que cada número tiene su propia personalidad. Un doce es muy diferente a un trece, por ejemplo. El doce es honrado, concienzudo, inteligente, mientras que el trece es un solitario un tipo turbio que no se lo pensaría dos veces si tuviera que infringir la ley para conseguir lo que quiere. El once es duro, deportivo, le gusta caminar por los bosques y escalar montañas; el diez es bastante bobo, un blando que siempre hace lo que le mandan; el nueve es profundo y místico, un Buda de la contemplación. No quiero aburrirles con esto, pero estoy seguro de que entenderán lo que quiero decir. Es todo muy privado, pero todos los contables con los que he hablado me han dicho siempre lo mismo. Los números tienen alma, y uno no puede evitar relacionarse con ellos de una forma personal.


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Unos de mis motivos literarios favoritos es ese maravilloso conjunto formado por la casualidad, el destino, la suerte y el azar que tan bien exploraron los remotos dramaturgos griegos. Son hechizos caprichosos que pululan sobre nuestras cabezas, vientos que nos arrastran de un lado a otro. Y si a estas fuerzas aplicadas a un libro les sumamos la tremenda habilidad de Paul Auster para llevar las situaciones al límite, tenemos como resultado una novela que nos lleva durante 250 páginas agarrados a la barandilla con los ojos como platos, alucinando por los giros tan inesperados que toman los acontecimientos prácticamente cada diez páginas. Y cuando creemos que la cosa no se puede poner peor, ahí está el bueno de Auster para recordarnos que todo es posible cuando el azar y su pluma están de por medio. Porque en el terreno del qué hubiera pasado si..., Paul Auster es el rey. Y aviso: una vez que se coge La música del azar, es imposible de soltar.

La música del azar (1990), nos presenta a dos hombres barnizados con esa pátina de fracaso y frustración tan propia de los personajes de Auster que un buen día tienen la ¿suerte? de conocerse en un polvoriento arcén de una carretera cualquiera. Cuando Jim Nashe hereda una modesta suma de dinero de su padre, toma la decisión de abandonar su trabajo como bombero y decide seguir el tópico americano de la vida en la carretera, vagando sin rumbo hasta que el dinero se agote y luego ya veremos. Conducir, dormir en un motel y volver a conducir explorando la vastedad americana. Cuando el dinero comienza a escasear, la casualidad hace que Jim se cruce con un caminante ensangrentado al que decide recoger. Entra en escena Jack Pozzi, conocido como Jackpot en el mundo del póker, quien ha recibido una paliza y no tiene dinero. Está frustrado y rabioso por no poder participar en una partida privada que se celebrará en una mansión dentro de dos días, en la que está seguro de que desplumará a una pareja de millonarios excéntricos y nefastos como jugadores de póker. Curiosamente, la cuota para poder entrar a la partida es la cantidad que le queda a Jim de la herencia de su padre. Su última esperanza antes de no tener nada.

Prefiero no seguir contando porque con esto seguramente ya se perciba lo interesante del argumento (no os podéis ni imaginar en qué acaba esto), una historia increíble que experimenta una mutación absoluta al pasar de lo que parece ser una novela de carretera a ser una novela que bebe de la tradición gótica, casi de terror en algunos momentos álgidos y con decenas de guiños a diversas obras literarias (más los que seguro que se me han escapado). Una casa de puertas interminables, la maqueta enorme de una ciudad utópica, un billete de lotería premiado, un misterioso niño de cuatro años, un castillo inglés o una prostituta en limusina acudiendo a hacer un servicio a una caravana son algunos de los muchísimos ingredientes que encontraremos a lo largo de sus páginas. Además, claro está, de algunas sorpresas inimaginables que solo podían brotar de la privilegiada mente de Paul Auster.

En definitiva, estamos ante una novela magistral en su forma, pero sobre todo en su fondo. Con una historia que a priori parece ser simple, Auster consigue desarrollar un laberinto que nos hace reflexionar sobre lugares ocultos de la mente humana y hacernos muchas preguntas sobre nosotros mismos durante y tras su lectura. Un libro asombroso. Absolutamente recomendable.

¿Y a vosotros?¿Qué historia os ha sorprendido por el inesperado giro que toman los acontecimientos?

¡Besos y abrazos!








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